DSR II 125, una doble propósito con mucho estilo.

jueves, 27 de noviembre de 2014
Fotografía: Leonardo Hernández - Carlos Tache - Juan Carlos Londoño

Mientras estábamos en Flandes, adelantando algunas de las pruebas del especial que presentamos en esta edición, una sorpresa llegó venida desde Cali. Todos los que participábamos en esta serie de test drive sabíamos que era un nuevo modelo, con el que Zagacol –representante oficial para Colombia de United Motors, Qingqi y Jialing- busca ganarse una buena cuota del mercado. En verdad quedamos admirados cuando la bajamos del camión y notamos esa presencia tan impactante.
Pocas motos en el mercado cuentan con un sistema de iluminación en LED tan completo. Éste no solo le aporta seguridad, también la hace más llamativa y le da un look juvenil.
Se trataba del renovado modelo DSR II 125, una doble propósito con un porte realmente atractivo, que a primera vista hace pensar, tanto a conocedores, como a los poco entendidos en el tema de las motos, que se trata de una máquina de mayor cilindrada. Cuando Alejandro Rubio Sabogal, director de la revista Publimotos nos confirmó que estábamos ante un propulsor de 125cc, no podíamos creerlo; pero así era, esta gigante de baja cilindrada nos dejaba boquiabiertos.
Y cuando introducimos la llave en el switch y oprimimos el botón del arranque eléctrico ubicado en el lado derecho del manillar, surgió un leve ronroneo, ya más acorde a lo que esperábamos de un motor con este desplazamiento, pero después de dejarla calentar un poco decidimos acelerarla; entonces sucedió lo inesperado, un fuerte rugido –más parecido al de una 250cc- salió del escape, dejándonos estupefactos.
De este modo empezaba con pie derecho el análisis de uno de los más recientes lanzamientos que Zagacol trae al país.
El tablero tiene un aspecto moderno y cuenta con buena iluminación. Además ofrece buena información al piloto: cuenta con odómetro, velocímetro, cuentarrevoluciones, indicador de nivel de combustible –generalmente las doble propósito no lo tienen

Un diseño arrollador

Ya con más calma empezamos a  revisar cada uno de los detalles de esta motocicleta, enfocándonos en uno de sus puntos más sobresalientes, la estética. A simple viste se nota la agresividad que los ingenieros y diseñadores buscaron plasmar, destacándose el sistema de luces LED, que encontramos sobre la luz principal, en las tapas del tanque, en las direccionales traseras y delanteras –éstas tienen un estilo muy moderno- y en el stop, que se sale de lo común, presentando unas formas triangulares, casi hipnotizantes.
Este empeño por hacerla lucir más deportiva, con un look agresivo, se manifiesta también en la terminación de los plásticos que recubren la zona del depósito de combustible, con piezas superpuestas que se acoplan muy bien y logran ese cometido, concediéndole más volumen; a lo anterior le sumamos las calcomanías de un tono amarillo (en la moto de prueba) que realza el carácter off-road y dinámico.
Otros elementos que se integran a esa estampa provocadora, son el manillar de acero con barra transversal, almohadilla estilo supercross y pesas de lujo en los costados, rines de radios –de buen diámetro- en tono negro, unos espejos alargados y los protectores plásticos para las manos, que realzan su imagen y son un valor agregado muy destacable.

Poniéndola a prueba

Zagacol, nos había informado que esta DSR II 125 venía equipada con la más reciente generación de motores UM, así que teníamos curiosidad y deseábamos conocer su respuesta en las diferentes condiciones y terrenos. Estando en Flandes, donde la recibimos con menos de un kilómetro de recorrido, rodamos por la autopista que comunica a Girardot con Ibagué, donde la exigimos cuando era posible.
Allí, en medio de las amplias llanuras, las rectas de la vía nos permitieron acelerar hasta 95 Km/h, llevando el motor al área roja de las revoluciones, donde marcó 9.000 vueltas. Esa fue la velocidad tope que conseguimos, teniendo en cuenta que estábamos a una altitud de 285 metros sobre el nivel del mar. En ese rango de rpm percibimos un poco de vibraciones, especialmente en el manubrio y los posapies, pero no llegaban a incomodar.
En general, la respuesta de este propulsor monocilíndrico de 124cc nos pareció aceptable para la cilindrada, con buen torque y una entrega de potencia progresiva, más no sobresaliente. Los 10,4 HP empujan bien en carretera. En el ascenso entre Silvania y el peaje Chuzacá debimos girar al máximo el manillar del acelerador y mantener la caja de cambios entre tercera y cuarta, subiendo sin inconvenientes, tomando las curvas a buen ritmo. Percibimos un comportamiento correcto por parte de los neumáticos de semitacos que trae de fábrica, y cuando debimos acudir al sistema de frenos, el disco lobulado delantero reaccionó con suficiencia; no sucedió lo mismo con el tambor trasero, al que le falta efectividad.
Ya de regreso, volviendo a la rutina en la capital del país, ir y venir de un lugar a otro en medio del tráfico fue fácil gracias a la altura de la moto –no había riesgo de golpear los espejos de los automóviles-; de igual manera, las suspensiones absorben con suficiencia las irregularidades de la vía, especialmente la horquilla delantera. El amortiguador trasero (monoshock hidráulico) es un poco duro, pero para circular en la ciudad está más que sobrado.
Al obtener el promedio de consumo, después de rodar con ella en ciudad, autopista y carretera, exigiéndola entre el 85 y el 90 por ciento de su capacidad, la media fue de 95 Km/galón.


$4´190.000 más valor de matrícula y Soat.

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